MIDNIGHT IN PARIS (o todo lo que usted siempre quiso saber sobre el complejo de la Edad de Oro y nunca se atrevió a preguntar)



TÍTULO: Midnight in Paris. TÍTULO ORIGINAL: Midnight in Paris. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: USA y España. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Woody Allen. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Owen Wilson, Rachel McAdams, Michael Sheen, Nina Arianda, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Carla Bruni, Léa Seydoux, Marion Cotillard, Tom Hiddleston, Alison Pill, Kathy Bates, Corey Stoll y Adrien Brody. PÁGINAS WEB OFICIALES: http://www.midnightinparislapelicula.com/ y http://www.sonyclassics.com/midnightinparis/

Hay determinados directores sobre los que parece forzoso tener una opinión: Woody Allen, Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino… Es normal que te puedan preguntar: ¿qué te parecen las películas de Almodóvar? Es más difícil que, en un momento dado, alguien pueda querer saber tu opinión sobre las películas de Christopher Nolan, Ron Howard, David Fincher o Antonio Hernández. Lo paradójico del caso de Woody Allen es que resulta difícil tener una opinión única sobre una filmografía que tiene películas tan distintas unas de otras. Se le podría decir a alguien que Toma el dinero y corre (1969), Annie Hall (1977), Interiores (1978), Manhattan (1979), Recuerdos (1980), La rosa púrpura de El Cairo (1985), Match Point (2005), Scoop (2006) o Midnight in Paris (2011) son películas de directores diferentes y podría creerlo sin problemas. Por ello, cada vez que se produce un nuevo estreno del cineasta neoyorquino, siempre existe la duda sobre qué dirección va a tomar (¿drama o comedia?¿genialidad o naufragio?) y sobre si su capacidad creativa ya ha dado de sí todo lo que ha podido o si su obra nos va a deparar alguna sorpresa. Tengo que decir que, en esta ocasión, hay que quitarse el sombrero ante el señor Allen.




Seguro que, muchísimas veces, han oído frases de este tenor: “ya no hay futbolistas como los de antes”,”ya no hay ciclistas como los de antes”,”ya no hay boxeadores como los de antes”,”antes sí que había buenos políticos, no como ahora”,”antes sí que se vivía con tranquilidad”,”las de antes sí que eran buenas películas”,”para cantantes, los de antes”… Así, escojamos el tema que escojamos, siempre hubo mejores tiempos que el presente. Esto, por supuesto, no siempre es cierto. Lo que sucede es que idealizamos el pasado: sólo vemos lo positivo y luminoso de una época anterior y nos olvidamos de sus puntos oscuros. Llevado esto al extremo, se produce lo que se denomina “complejo de la Edad de Oro”: no somos capaces de adaptarnos a nuestra realidad y pensamos que ya no vamos a ser capaces de alcanzar nuestra plenitud personal porque, para ello, creemos que tendríamos que haber vivido en otro tiempo.

Éste es el trasfondo de Midnight in Paris, una comedia que empieza con una auténtica declaración de amor a la capital francesa (sin palabras, pero no silenciosa) y que, a continuación, traza de manera sutil y con ese toque ágil e impresionista, característicos del director, los perfiles de los personajes principales y las relaciones entre ellos. Entonces, la mirada se va centrando en quien se convierte en el protagonista del film, interpretado por Owen Wilson (y que es un claro trasunto de Allen, táctica que suele utilizar en las comedias en las que él no interviene como actor) y sus dificultades para convertirse en un novelista de calidad. Poco más podemos contar si no queremos destripar la historia, pero sí que debemos mencionar las magníficas caracterizaciones de Rachel McAdams, Kurt Fuller y Mimi Kennedy (que interpretan a la novia del protagonista y a los padres de ella, respectivamente) e impagable la de Michael Sheen (amigo de la pareja) y que, sólo por ella, valdría la pena ver la película. También están estupendos (y si ven el film, entenderán por qué los menciono aparte) Marion Cotillard (que se está convirtiendo, posiblemente, en la mejor actriz del momento y creo que no exagero para nada), Tom Hiddleston, Alison Pill, Corey Stoll y Adrien Brody (que no digo qué papeles interpretan para no contar más de la cuenta). Como verán, un auténtico festín interpretativo trufado con una agradable ironía que revela (como siempre) el verdadero espíritu de Woody Allen: intenta hablar de los grandes temas en voz baja, casi sin darse importancia, quitando trascendencia y dramatismo, para que captemos mejor su esencia, sin que nos pueda distraer el vocerío o el tono excesivamente rimbombante. En Midnight in Paris lo consigue, siendo, además, una película magníficamente rodada, con una deslumbrante fotografía y de la que es muy difícil no salir de la sala con una sonrisa en los labios.

Para terminar, adjunto tres enlaces que, hayan visto o no el film, les ayudará a ponerlo adecuadamente en contexto. Como mi costumbre es contar lo menos posible de la historia, no les digo por qué.

(¡Ah!¿Y qué como está Carla Bruni en la película? Pues, nada: hace tres breves apariciones y está correctita. ¿Qué se esperaban?)


Nota (de 1 a 10): 9.

Lo que más me gustó: todo el reparto brilla a muy buen nivel.

Lo que menos me gustó: ¿es estrictamente necesario que Owen Wilson intente imitar a Woody Allen?





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