MARGIN CALL y LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO





MARGIN CALL  (o anatomía de la avaricia infecciosa)

TÍTULO: Margin Call. TÍTULO ORIGINAL: Margin Call. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN Y GUIÓN: J. C. Chandor. MÚSICA ORIGINAL: Nathan Larson. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons, Zachary Quinto, Penn Badgley, Simon Baker, Demi Moore, Stanley Tucci, Mary McDonell. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.margincallmovie.com/.


Las comparecencias de Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos entre 1987 y 2006, se hicieron famosas por dos motivos: el primero, porque tras ellas los analistas pasaban varios días interpretando lo que había querido decir; el segundo, por la utilización de expresiones novedosas que, rápidamente, entraban a formar parte del vocabulario económico. Dos de las expresiones que tuvieron más fortuna fueron “exuberancia irracional”  y “avaricia infecciosa”. La “exuberancia irracional” hacía referencia a la espectacular alza de la cotización de los valores bursátiles (más fundamentada en expectativas que en factores reales) durante los años de la burbuja tecnológica en los 90. La “avaricia infecciosa” estaba relacionada con las elevadísimas remuneraciones, que se iban haciendo públicas, de los directivos de Wall Street. Aunque hay muchas formas de acceder a obras de expertos que estudian, desmenuzan y diseccionan esos fenómenos, quizás para el público no especializado sea más fácil acudir a ver Margin Call, porque en esta película quedan explicados con bastante claridad.




No sólo eso, el mecanismo de cómo las hipotecas subprime afectaron a los bancos de inversión también se muestra de manera casi didáctica, iluminando unos sucesos de los que aún hoy estamos viviendo sus consecuencias. Y para desarrollar la trama, el director (que debuta con este largometraje) recurre a un reparto en absoluto estado de gracia (repito: en absoluto estado de gracia), donde es difícil destacar a alguien. Pocas veces se puede encontrar tanta verosimilitud en tantos personajes en una película, en la que todos pueden ser secundarios pero donde, al final, todos acaban siendo protagonistas de una oscura historia. Desde Zachary Quinto, en su papel de empleado novato pero lo suficientemente perspicaz como para descubrir lo que se avecina, pasando por Stanley Tucci como empleado despedido que se mueve entre su profesionalidad y su afán de revancha, o Paul Bettany, Kevin Spacey y Demi Moore, como unos mandos intermedios que se mueven entre, por un lado,  las preocupaciones de sus empleados y, por otro, las presiones de sus superiores, y terminando con Simon Baker y, sobre todo, Jeremy Irons, como máximos responsables de una organización que se ve, en plena noche, al borde del precipicio, todos ellos son capaces de mantener el pulso de un film que hace recaer sobre ellos la responsabilidad de construir una narración convincente. Hay un momento en la película (de especial tensión), que resume el altísimo nivel interpretativo del film, en la que hay una mirada tan fría, intensa e implacable de Demi Moore a Jeremy Irons, que atraviesa la pantalla y nos puede dejar clavados en la butaca.

Aparte del reparto, es muy curiosa la estructura de la historia. Una vez que se revela el peligro que se cierne sobre la entidad bancaria, se van añadiendo directivos cada vez más importantes a un cortejo cada vez más nutrido (y sombrío) que nos puede hacer recordar El mago de Oz, sólo que aquí ni hay un camino de baldosas amarillas ni al final se encuentra el mago redentor sino la desoladora revelación de que lo que parecía una realidad sólida no era más que una mera apariencia cuyos pies de barro siempre han estado presentes y dejan poco lugar a la esperanza.

Quizás necesitada de un ritmo más ágil, la película también fuerza la trama, sobre todo al final, con ciertos hechos que no resultan verosímiles con la realidad de los mercados (lo que ocurre en el desenlace resulta imposible que ocurra en una solo día), pero, de todos modos, Margin Call es un retrato perfecto de esa avaricia de la que hablábamos al principio y que nos deja con la duda de saber qué mecanismos pueden existir para poner límite a ciertas prácticas. Lo que sí hay que decir es que el director, en la última secuencia, opta por dejarnos con un mal sabor de boca antes que infundir algún halo de optimismo.


Nota (de 1 a 10): 7.

Lo que más me gustó: el alto nivel interpretativo.

Lo que menos me gustó: con un poco más de ritmo, la película ganaría bastante.



LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DE UNICORNIO (o la película sobre Tintín que no le gustará a los seguidores de Tintín)


TÍTULO: Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio. TÍTULO ORIGINAL: The Adventures of Tintin. AÑO: 2011. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Steven Spielberg. GUIÓN: Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish, adaptando los cómics de Hergé. MÚSICA ORIGINAL: John Williams. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Jamie Bell, Daniel Craig, Andy Serkis, Simon Pegg, Toby Jones, Nick Frost, Kim Stengel, Gad Elmaleh. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/tintin_teaser/.


Dentro de poco, tendremos ocasión de hablar largo y tendido de Steven Spielberg, ya que en breve estrenará Caballo de batalla. Mientras tanto, vamos a comentar este film, un proyecto conjunto con Peter Jackson, director de la trilogía de El señor de los anillos, en el que ambos son co-productores (parece ser que echaron a suertes quién iba a encargarse de la dirección) y que, entre líneas, cabe interpretar (con matices que luego comentaremos) como la reivindicación de una determinada forma de interpretar el mundo del cómic.


Efectivamente, como ya hemos comentado en otra entrada (http://elespectadorimpertinente.blogspot.com/2011/05/thor-o-mejor-no-nos-metamos-en-las.html), los superhéroes tradicionales han sufrido una considerable mutación, de forma que  si, en su origen, en las historias predominaba la acción y la visión optimista, ahora suelen estar inmersos en tramas oscuras y dilemas existenciales. Ello provoca que su contraste con los denominados “cómics de línea clara” de raigambre europea sea más acusado que nunca. Siendo Tintín, en dicha vertiente, el personaje más popular, el que dos de los cineastas actuales más importantes  hayan decidido colaborar en su adaptación al cine, va más allá de la mera casualidad. Es algo así como manifestar la predilección por la aventura pura, por la acción por la mera acción, sin más complicaciones ni elucubraciones mentales.




Las aventuras de Tintín está rodada mediante el sistema llamado performance capture, y que se halla a medio camino entre la animación y la imagen real (se ruedan a los actores y, posteriormente, se procesan las imágenes para convertirlas en figuras animadas). A pesar de que este sistema cosechó dos grandes fracasos con Polar Express (2004) y Beowulf (2007) de Robert Zemeckis (aunque esta última a mí, personalmente, no me desagradó del todo), en esta ocasión se ha buscado la incorporación de la empresa de efectos visuales de Peter Jackson (Weta) para lograr elevar el resultado artístico del film. En gran medida, lo han conseguido.

Porque, aunque, en mi opinión, la primera mitad de la película no se acaba de imprimir el ritmo que suele ser habitual en las películas de aventuras de Spielberg (¿recuerdan que las cintas de Indiana Jones siempre empiezan con una secuencia trepidante?), en la segunda mitad el film gana enteros y los momentos espléndidos se suceden (el abordaje del barco pirata, la secuencia con la Castafiore, el soberbio plano-secuencia de la persecución de las notas manuscritas –quizás ya podamos decir que es uno de los tres mejores planos-secuencia de la historia junto al comienzo de Sed de mal -1958- de Orson Welles y la llegada al restaurante de Ray Liotta y Lorraine Bracco en Uno de los nuestros -1990- de Martin Scorsese al son de Then he kissed me de The Crystals-, la secuencia en el puerto, la sutileza del desenlace) y, sobre todo, hace su aparición el capitán Haddock, un personaje magníficamente caracterizado, que se acaba llevando todo el protagonismo del film.

Probablemente, los seguidores acérrimos de Tintín no se sentirán plenamente identificados con la visión de Spielberg y Jackson del héroe, porque es que, además, en dicha visión se mezclan las miradas de ambas cineastas, de modo que la perspectiva luminosa de Hergé (que creo que coincide con la de Spielberg) está matizada por la perspectiva un punto más oscura de la de Peter Jackson (recordemos el tono de sus primeros títulos: Mal gusto -1987- y Braindead: tu madre se ha comido a mi perro -1992- y ese tono está presente en algún chiste sorprendente), lo que hace que esta cinta no esté destinada, en última instancia, a todos los públicos, sino a aquellos espectadores que quieran disfrutar de los juegos narrativos que la película encierra. De todas formas, creo que la mayoría de quienes vayan a verla, disfrutarán con ella.


Nota (de 1 a 10): 7.
 
Lo que más me gustó: el plano-secuencia de la persecución de las notas manuscritas. La caracterización del capitán Haddock.

Lo que menos me gustó: en la primera mitad de la película, Tintín me parece insoportable.

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