LO IMPOSIBLE (o la obra cinematográfica como estado de ánimo)



TÍTULO: Lo imposible. TÍTULO ORIGINAL: Lo imposible. AÑO: 2012. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN: Juan Antonio Bayona. GUIÓN: Sergio G. Sánchez. MÚSICA ORIGINAL: Fernando Velázquez. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland, Samuel Joslin, Oaklee Pendergast, Geraldine Chaplin, Marta Etura. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.loimposible-lapelicula.com/.

Aunque el cine siempre ha tendido a reflejar las circunstancias sociales de cada momento histórico, ha habido coyunturas en las que ha sido el arte que mejor ha sabido reflejar el estado de ánimo de una época. Si quisiéramos saber qué se sentía, qué se pensaba, cómo eran las vivencias y qué inquietudes existían durante la Depresión del 29, no tendríamos más que ver El pan nuestro de cada día (1934) de King Vidor, Las uvas de la ira (1940) de John Ford o la filmografía de dicho período de Frank Capra (El secreto de vivir -1936-, Vive como quieras -1938-, Caballero sin espada -1939- o Juan Nadie -1941-). Para tener una impresión de primera mano de cómo se encontraba la Italia de la posguerra, bastaría con recuperar Roma, ciudad abierta (1945) o Paisà (1946) de Roberto Rossellini, Ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio de Sica o La terra trema (1948) de Luchino Visconti. Si sintiéramos curiosidad por el sentimiento de paranoia existente durante la Guerra Fría, nada más fácil que revisar La guerra de los mundos (1953) de Byron Haskin, Invasores de Marte (1953) de William Cameron Menzies, La humanidad en peligro (1954) de Gordon Douglas, La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) de Don Siegel, ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964) de Stanley Kubrick, Punto límite (1964) de Sidney Lumet o La noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero. Para conocer el espíritu crítico de los años 60, nada mejor que contemplar La jauría humana (1966) o Bonnie y Clide (1967) de Arthur Penn, Los profesionales (1966) y A sangre fría (1967) de Richard Brooks, El graduado (1967) de Mike Nichols o En busca de la felicidad (1971) de Robert Mulligan. Como habrán observado, en la lista figuran títulos pertenecientes a géneros (la ciencia-ficción, el western…), que, en principio, parecen alejados de cualquier intención de retratar la realidad. Sin embargo, los que enumeramos, han cumplido ese objetivo del mismo modo que lo han podido hacer películas de corte realista. Con Lo imposible, sucede algo similar.



Si, en el futuro, alguien quisiera conocer cuál era el estado de ánimo de esta época de crisis que estamos viviendo, Lo imposible sería un título de obligada revisión. Sólo reconociendo el paralelismo existente entre los avatares de la familia protagonista (la cual, estando de vacaciones en Tailandia, se ve afectada por el tsunami que afectó al Sudeste asiático en las Navidades de 2004) y la situación actual que padecemos, podemos intuir los motivos por los que el público (inconscientemente, en gran medida) ha conectado con la temática del film (hasta el fin de semana del 19-21 de octubre, casi 2,8 millones de espectadores fueron a las salas a verla, obteniendo una recaudación que ya supera los 20 millones de euros).

Y esa conexión no sólo hay que entenderla en la identificación simbólica tsunami = crisis. Va más allá, en la medida en que muchos de los rasgos de lo que sucede después del maremoto, nos serán familiares: práctica ausencia de los poderes públicos para encauzar las consecuencias de la catástrofe, reforzamiento de la familia como célula esencial de amparo y protección del individuo, aparición de redes informales y espontáneas de colaboración para encontrar soluciones a los problemas y el heroísmo como única alternativa para remediar la gravedad de los acontecimientos…






Juan Antonio Bayona (quien rozó la perfección en El orfanato -2007-), lleva con gran pulso toda la narración y brilla a gran altura en la dirección de actores.Que Ewan McGregor y Naomi Watts realicen unas magníficas interpretaciones no nos puede extrañar dada su experiencia y su brillante trayectoria, pero la espontaneidad e intensidad de la actuación de los tres niños (Samuel Joslin, Oaklee Pendergast y, sobre todo, Tom Holland, que interpreta al hijo mayor) sólo se puede conseguir con un trabajo de gran nivel por parte del director en este apartado.


Respecto al desarrollo de la narración, es espectacular la primera parte de la película, con una espléndida recreación del tsunami y de sus efectos con unas cotas de realismo que provoca que, en determinados momentos, parezca que estemos viendo casi un documental. No obstante, la segunda parte no brilla al mismo nivel que la primera, en gran medida porque Bayona adopta una estrategia narrativa opuesta a la que había llevado hasta ese momento. 


Frente al estilo realista inicial, adopta la decisión de manejar la intriga mediante suspensiones de las tramas y el desarrollo de complejas coreografías de los movimientos de los personajes que lo único que generan es artificiosidad y falta de verosimilitud (si, p. ej., creen recordar que ya han visto antes una escena similar a la de padre e hijo cruzando sus pasos en los corredores del hospital, tendrán razón: vean el final de La pequeña princesa -1939- de Walter Lang, con Shirley Temple como protagonista, y comparen).

En resumen, Lo imposible es una película notable, con grandes virtudes, pero que no acaba de ser una película redonda. De todos modos, que una película española haya sido tal éxito de taquilla es algo que no puede dejar de alegrarnos. No sólo eso: lo celebramos con toda sinceridad.


Nota (de 1 a 10): 7.

Lo que más me gustó: el quinteto protagonista (Naomi Watts, Ewan McGregor y los niños Tom Holland, Samuel Joslin, Oaklee Pendergast). La recreación del tsunami.

Lo que menos me gustó: La segunda mitad de la película baja de nivel con respecto a la primera.









Comentarios