DALLAS BUYERS CLUB (o "mi vida es mía" *)


TÍTULO: Dallas Buyers Club. TÍTULO ORIGINAL: Dallas Buyers Club. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Jean-Marc Vallée. GUIÓN: Craig Borten y Melissa Wallack. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Yves Bélanger. MONTAJE: Martin Pensa y Jean-Marc Vallèe. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Denis O’Hare, Steve Zahn, Michael O’Neill, Dallas Roberts, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Donna Duplantier, Deneen Tyler, J. D. Evermore, Ian Casselberry. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.dallasbuyersclub-pelicula.com/ y https://www.facebook.com/DallasBuyersClub.

Los realizadores que provienen de países con una tradición cinematográfica poco conocida y acaban pasando por Hollywood acaban teniendo en común que son extrañamente inclasificables. Ello ocurre, por ejemplo, con el holandés Paul Verhoeven, del que es difícil afirmar cuál es el rasgo común que une a títulos tan distintos como Eric, oficial de la reina (1977), Los señores del acero (1985), RoboCop (1987), Desafío total (1990), Instinto básico (1992), Showgirls (1995), Starship Troopers (1997) o El libro negro (2006). Lo mismo sucede con el suizo Marc Forster que nos ha ido brindando títulos tan diferentes entre sí como Monster's Ball (2001), Descubriendo Nunca Jamás (2004), Tránsito (2005), Cometas en el cielo (2007), 007: Quantum of Solace (2008) o World War Z (2013). Y la misma estela parece estar siguiendo el canadiense Jean-Marc Vallée. De un thriller como Liste noire (1995) a una historia de abusos en el seno de una pareja como Loser Love (1999), pasando por una historia de descubrimiento de la homosexualidad propia en C.R.A.Z.Y. (2005), una película de época en  La reina Victoria (2009) y una historia romántica en Café de Fiore (2011), su carrera ha desembocado en su obra más radical y contundente, la cual plantea el problema del sida desde una perspectiva nunca vista con anterioridad.

A partir del telefilm Invierno en primavera (An Early Frost, 1985) de John Erman, películas como Philadelphia (1993) de Jonathan Demme o En el filo de la duda (1993) de Roger Spottiswoode abordaban la enfermedad desde el punto de vista de su perfil clínico y del temor social originado por la misma. En otras ocasiones, como en Los amigos de Peter (1992) de Kenneth Branagh, Todo sobre mi madre (1999) de Pedro Almodóvar o Las horas (2002) de Stephen Daldry, era una cuestión colateral al núcleo central de la historia. En Dallas Buyers Club, el sida domina toda la trama principal pero la película nos habla, en realidad, de un tema bien distinto.








Quizás, se nos pueda escapar la radicalidad que encierra el mensaje final de la historia pero basta con profundizar un poco para reparar en el tono insobornablemente libertario que late en el fondo del mismo. El protagonista (un Ron Woodroof soberbiamente interpretado por Matthew McConaughey), a pesar de que no es un ejemplo a seguir, no recibe ningún tipo de reproche o descalificación por parte del director. Es evidente que lo que nos está diciendo es que es asunto de él como quiera llevar su vida. (Como elemento aparentemente anecdótico, el enfermo de sida es, en este caso, heterosexual, al contrario de lo que suele ser habitual en otras películas que tratan el tema. Obviamente, desde el principio el director nos quiere descolocar.) A partir de esa premisa, es coherente que la historia se centre en los esfuerzos de quienes padecen esta enfermedad por probar libremente los medicamentos que se hayan podido demostrar eficaces a pesar de que las autoridades sanitarias no permitan aún su comercialización. Más aún, dichas autoridades no son fiables en la medida en que se ven influidas por la presión de las grandes farmacéuticas, que cuentan con gran ampllitud de medios para conseguir la autorización de medicamentos de dudosa funcionalidad. Es decir, Dallas Buyers Club se acaba convirtiendo en la apología sin ambages del do it yourself ignorando a cualquier tipo de poder establecido.

El film ni es complaciente con sus personajes ni intenta inyectar ninguna dosis de falso optimismo. Su estilo es hosco, áspero y tenso pero encaja perfectamente con el resto de elementos de la obra. Asimismo, las interpretaciones (aparte de la de Matthew McConaughey, también es sensacional la de Jared Leto) no buscan dulcificar a los personajes o suavizar sus perfiles para ganarse la empatía del público sino hacer patentes sus defectos tanto como sus virtudes y, en el caso del principal protagonista, reflejar la evolución de su carácter desde una homofobia bastante intransigente a una relativa comprensión de las distintas facetas de la condición humana.

Dallas Buyers Club es una película que se recrea permanentemente en lo políticamente incorrecto y que busca salirse de cualquier esquema preestablecido. Con ello, consigue mantener al espectador en permanente sensación de incomodidad pero, al mismo tiempo, logra transmitir una sensación de verdad y humanidad que no está reñida con una simultánea y muy personal capacidad de evocación lírica. La imagen final del jinete de rodeo intentando no caer de un toro enfurecido es la síntesis perfecta de lo que hemos visto durante las dos horas anteriores: el intento desesperado, feroz y perfectamente comprensible de agarrarse a la más mínima brizna de supervivencia.



Nota (de 1 a 10): 8,5.

Lo que más me gustó: Consigue encontrar el tono adecuado a pesar de su dificultad. Las interpretaciones de Matthew McConaughey y Jared Leto.

Lo que menos me gustó: El ritmo es algo descompensado en el último tramo del film.


* Mi vida es mía (Whose Life Is It Anyway?, 1981) es el título de una película de John Badham, protagonizada por Richard Dreyfuss y John Cassavetes.




Comentarios